Descripción | Cuando los deseos se convierten en una compulsión
Los comerciales de televisión pueden ser muy entretenidos pero también reflejan una verdad que no nos gusta admitir. Una larga serie de comerciales anunciaba una marca de papas fritas con el lema: “A que no puedes comer sólo una”. Esos anuncios mostraban a personas en distintas situaciones que probaban una papa y por algún motivo se les impedía comer otra. ¡Ah! ¡Qué agonía! Se ponían nerviosos, sudaban, saltaban grandes obstáculos e interceptaban a los empleados del establecimiento sólo para alcanzar la bolsa de papas. Y después, mostraban el éxtasis cuando se daban gusto e invariablemente se terminaban ¡toda la bolsa! Los anuncios comerciales reflejan un aspecto de la vida real, porque tratan una característica que todos poseemos: cuando hallamos algo que nos gusta mucho, ¡queremos más! Pero cuando ese deseo normal se convierte en un impulso irrefrenable, cuando el deseo de comer se convierte en nuestro amo, ya no es tan gracioso. “El que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció”. (2 Pedro 2:19) “¿ “Qué es comer compulsivamente?”
“Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”. (Proverbios 25:28) “¿ Es pecado comer compulsivamente?” Sí, porque muestra falta de sumisión a Dios. “El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal”. (Filipenses 3:19) “¿ Existe alguna diferencia entre comer compulsivamente y otras adicciones como fumar y beber?” No, la Biblia las pone bajo la misma categoría. “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos”. (Proverbios 23:20-21) Lista de comprobación para quienes comen compulsivamente
“El que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció”. (2 Pedro 2:19) El éxito está a una decisión de distancia “Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días”. (Deuteronomio 30:19-20) Yo decido… …dar el control de mi vida al Señor Jesucristo. …cambiar mi forma de comer por el poder de Cristo que mora en mí. …vivir para agradar a Dios, no a mi apetito. …tomar decisiones sabias cuando me vea tentado a comer desordenadamente. …tomar decisiones sabias cuando sea tentado a comer en exceso. …glorificar a Dios y reflejar su imagen a través de mi cuerpo. …centrarme en la fidelidad al Señor, no en la comida. …que Dios sea mi Dios, y no permitir que la comida sea mi dios. Aunque he fallado en el pasado, con la ayuda de Dios no fallaré en el futuro. Versículo clave para memorizar “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. (1 Corintios 10:31) Pasaje clave para leer y meditar Qué hacer y qué no hacer con las dietas
Sí… diga: “Estoy aprendiendo a comer saludablemente”.
Sí… mastique despacio.
Sí… disfrute los premios y bendiciones de Dios.
Sí…. acuda a un amigo o a un grupo de apoyo.
Sí… compre haciendo una lista previamente.
Sí… fije el peso deseado y metas realistas de corto plazo.
Sí… consulte a su médico antes de empezar cualquier plan de alimentación.
Sí… siga un plan personalizado que corresponda a su estilo de vida. “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño”. (Proverbios 22:3) ¡Piense como si fuera delgado! Piense de usted como la persona que Dios quiere que sea. (2 Pedro 1:3–4) Tenga un motivo correcto para perder peso. (2 Corintios 5:9) Identifique las causas reales de su compulsión para comer. (Salmos 139:23) Haga un compromiso con Dios. (Deuteronomio 30:17–18) Aprenda a escuchar a Dios. (Salmos 32:8) Ponga atención a las cosas que debe comer. (Romanos 14:20) Empiece un plan de ejercicios que acelere su metabolismo. Déle variedad. (Proverbios 15:32) Inicie un diario y anote lo que come y cómo se siente. (Proverbios 21:29) Alimente su relación con Dios. (Filipenses 1:6) Temas relacionados con el exceso en el comer . . .
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